Marshall Saunders
1939 – 2019
El fundador de Ciudadanos por un Clima Vivible, Marshall Saunders, creó una organización que quizás está aportando el ingrediente más esencial para solucionar la crisis climática: la voluntad política. Marshall ejemplificó la idea de ser el cambio que quieres ver en el mundo. Siempre amable, siempre generoso, y liderando con amor, llevó esa idea a un paso más, empoderando a decenas de miles de personas para que sean el cambio. Dió no solamente esperanza e inspiración, no solamente capacitación y habilidades prácticas, pero una oportunidad de transformarse.
La historia de cómo Marshall fundó CCL empieza en 1994 cuando él, en su voluntariado con una organización llamado RESULTS que trabaja contra el hambre y la probreza, asistió a su primera reunión de cabildeo en Washington, D.C. Años después, compartió el terror absoluto de ese primer esfuerzo de cabildeo, cuando trataba de recordar lo que debía decir en esa reunión:
A través de RESULTS, Marshall descubrió el poder de hacer un mejor mundo que tiene un grupo de ciudadanos bien organizados y capacitados. Participó en campañas para aumentar el presupuesto estadounidens dedicado a mejorar y salvar decenas de millones de vidas en todo el mundo. Durante ese tiempo, también descubrió una estrategia innovadora para levantar la gente de la pobreza – el microcrédito – en lo cual los pobres reciben préstamos pequeños para abrir o expandir sus propios negocios. Inspirado por el trabajo de Muhammad Yunus y su Banco Grameen en Bangladés, Marshall fundó un programa de micropréstamos en México, llamado Grameen de la Frontera, que ha transformado las vidas de decenas de miles de familias.
En 2006, Marshall abrió sus ojos a la crisis climática cuando vió la película “Una Verdad Incómoda”. Al ver que sus esfuerzos para ayudar a la gente a salir de la pobreza serían en vano si el cambio climático hiciera que sus casas fueran inhabitables, comenzó a dar charlas al público sobre el cambio climático y las decisiones personales que la gente podría tomar para reducir sus huellas de carbono. Sin embargo, se dió cuenta de que esas decisiones personales estaban siendo empequeñecidas por los legisladores en Washington, quienes repartían miles de millones de dólares al sector de combustibles fósiles.
Durante una presentación en un asilo para jubilados, una señora preguntó, “¿Qué deberíamos hacer?”
Marshall respondió, “Se necesitan cientos de personas ordinarias organizadas, presionando sus congresistas con una sola voz, un solo mensaje, y haciéndolo de manera implacable, imparable, pero también amistosa y respetuosa”.
“¿Por qué no lo hagas? respondió la señora.
Hablando en una conferencia, Marshall contó la historia de cómo esa pregunta llevó a la fundación del primer capítulo de CCL en 2007:
Desde entonces, el llamado a ciudadanos a cabildear frente sus congresistas para las soluciones climáticos “de manera implacable, imparable, pero amistosa y respetuosa” ha resonado con casi 200,000 simpatizantes en más de 570 capítulos en todo el mundo.
Igual a muchas personas, Marshall pensaba que “los líderes”, los que administran nuestros gobiernos, manejarían el problema del cambio climático. Cuando estaba claro que los líderes no estaban para eso, escuchó el consejo del visionario Buckminster Fuller, quien dijo, “Las cosas por hacer son: las cosas que se necesitan hacer, que ves que se necesitan hacer, y que parece que nadie más ve que se necesitan hacer”.
La cosa que se necesitaba hacer era empoderar a la gente para que reclame sus democracias y aliente a sus congresistas para que tomen accón sobre el cambio climático. Como Marshall dijo a los voluntarios de CCL en 2013, no podemos sentarnos esperando a que la caballería llega y salve el día – somos la caballería.