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10 datos rápidos sobre las tarifas al carbono con balance neutro

10 datos rápidos sobre las tarifas al carbono con balance neutro

Por Jonathan Marshall y Robert Archer, CCL Economics Policy Network

Los modelos económicos más sofisticados disponibles hoy en día nos cuentan una historia consistente sobre los probables impactos de imponer una tarifa nacional sobre los combustibles fósiles: por cambiar el comportamiento cotidiano de cada consumidor, inversionista, y empresa, tales tarifas reducirían drásticamente las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el mayor gas de efecto invernadero, tanto como los contaminantes comunes que causan grandes problemas de la salud.

La otra buena noticia es que estos beneficios vendrían con casi ningún impacto sobre el crecimiento económico. Además, la devolución de los ingresos a la población general a través de dividendos (reembolsos) aseguraría que esas tarifas quedarían siendo soportables para personas de todos los niveles de ingresos, mientras que todavía cambiaría su comportamiento. De hecho, un análisis por el Departamento del Tesoro en 2017 encontró que aproximadamente dos tercios de las familias tendrían un crecimiento en su ingresos debido a los dividendos energéticos, mientras que las restantes familias más ricas podrían fácilmente manejar los costos más altos.

Aunque muchos economistas han estudiado tarifas al carbono, el ejercicio más extenso fue en 2017 por el Foro de Modelos Energéticos de Stanford (Stanford Energy Modeling Forum, o EMF), que analizó los impactos de varios relevantes escenarios bajo 11 modelos de diseños diferentes. Basado en un resumen independiente y revisto por pares del ejercicio de EMF*, podemos llegar con confianza a estas cinco conclusiones:

  1. Tarifas al carbono reducirán significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. “Todos los escenarios de políticas con precios al carbono significativamente reducen las emisiones comparados con el escenario de referencia; más alto el precio al carbono, más profundas las reducciones de emisiones. Un precio al carbono de $25 en 2020 que incrementa por 1% por año reduce las emisiones de CO2 aproximadamente 16-28% por debajo de los niveles de emisiones de CO2 en 2005 antes de 2020, y 17-38% por debajo de los niveles de 2005, antes del 2030.”
  2. Tarifas al carbono incentivarán inversiones de investigación y desarrollo sobre nuevas tecnologías para ayudar a controlar el cambio climático aún más rápidamente y con menos costo que los modelos pronostican. “Cambios importantes [no tratados en los modelos] podrían incluir nuevas tecnologías, como nuevas formas de abastecerla energía, o cambios en los costos o en la sociedad que significativamente alteran como los actores pueden reducir las emisiones… La introducción de nuevas tecnologías o cambios en el comportamiento podrían significar que en la práctica, precios al carbono aún más bajos lograrían las reducciones necesarias”.
  3. Por disminuir el uso de los combustibles fósiles, las tarifas al carbono promueven otros beneficios valiosos a la salud, incluyendo la reducción de emisiones de partículas peligrosas en el aire, óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre. “Los resultantes beneficios a la salud podrán ser importantes en una escala macroeconómica, y las reducciones ocurren rápidamente en la primera década de la política – agregando beneficios a las generaciones actuales… Impactos a la salud pronosticados con una reducción pro medio de SO2 y NOx en 2025 debido a un impuesto al carbono de $25 están alrededor de 3,500-8,000 mil casos de mortalidad prematura evitados, y 90,000 casos de asma exacerbada evitados. Esto corresponde aproximadamente a un valor monetizado de $31-71 billones en beneficios a la salud…Estas estimaciones…no incluyen otros beneficios que son difíciles de cuantificar y monetizar, o beneficios económicos como la aumentada productividad y participación de los trabajadores. Las reducciones de emisiones de otros sectores o de otros contaminantes aumentaría aún más los beneficios a la salud”.
  4. La economía continuará creciendo bien con una tarifa al carbono. “El crecimiento anual en el PIB continúa, y la reducción en el nivel del PIB en los futuros años con respeto a lo mismo de siempre se pronostica de ser menos de 1% aún con niveles considerables de tarifas al carbono… En el escenario de referencia (con ninguna tarifa al carbono o impactos climáticos), la economía estadounidense llega a $25 trillones aproximadamente en el año 2034; bajo la tarifa al carbono, la economía llegaría al mismo nivel en el siguiente año”. Noten que, como discutido recientemente en un blog de CCL, los autores del resumen de la política de EMF dicen que las estimaciones del PIB reflejan más un escenario del peor caso que un escenario probable, y por eso todavía estamos contentos con las estimaciones de REMI que muestran que el PIB crecerá.
  5. Cómo se devuelve las tarifas a las familias tiene un impacto insignificante sobre el crecimiento económico, pero un impacto grande en la equidad. “Las diferencias en los resultados en el PIB con las diferentes opciones de reciclaje varían entre los modelos y generalmente son pequeños…En todos los modelos, los escenarios con reembolsos [individuales o familiares] proporcionan más beneficio relativo a las familias de bajos ingresos que a las de altas ingresos…Críticamente, los resultados en las emisiones no dependen en el uso de los ingresos para reducir impuestos existentes…Esto es una buena noticia, porque da a los legisladores la libertad de abordar otras preocupaciones políticas (como los impactos en familias de bajos ingresos…) sin sacrificar los beneficios ambientales.

Nota: Los modelos resumidos aquí compararon cuatro escenarios básicos, empezando en 2020: un impuesto de $25 o $50 por tonelada de CO2, incrementado por 1 por ciento o 5 por ciento anualmente. (Un impuesto así sobre los combustibles fósiles cubriría aproximadamente un 77 por ciento de todos las emisiones de gases de efecto invernadero estadounidenses.) Todos los escenarios tenían un balance neutro, es decir que los ingresos eran devueltos, o por un reembolso familiar o por reducciones en los impuestos corporativos o a la renta. Ciudadanos por un Clima Vivible propone una tarifa inicial de $15, incrementando por $10 anualmente, con todos los ingresos devueltos a individuos.

Además del ejercicio de EMF, muchos otros economistas encuentran que tarifas al carbono son positivas y políticamente viables también.

  1. Tarifas al carbono apoyan innovaciones que ahorran costos. El Doctor Joseph Kennedy, ex-economista principal para el Departamento Estadounidense del Comercio, declaró en un papel de 2018 “Subir el costo de las actividades intensivas en carbono les dará a firmas las incentivas más fuertes para desarrollar más tecnologías eficientes en carbono. Como ellas serán más baratas que las tecnologías existentes, estas tecnologías eficientes en carbono deberían últimamente ser ampliamente adoptadas, así reduciendo el costo de lograr cierta cantidad de reducciones en emisiones. Durante las últimas dos décadas, un cuerpo creciente de investigación se ha enfocado en la naturaleza y tamaño de este “innovación inducida”. Esta investigación muestra que un impuesto al carbono nos llevará a más inversión en la innovación de tecnología limpia que ocurriría de otro modo. Y esta innovación inducida bajaría el costo de lograr un dado nivel de reducciones en las emisiones”.
  2. Tarifas al carbono tienen apoyo político. Una encuesta en 2018 de la opinión pública hecho por el Programa de Comunicación del Cambio Climático de Yale encuentra que un 71 por ciento de todos los votadores registrados, incluyendo un 56 por ciento de republicanos, favorecen obligar que empresas de combustibles fósiles paguen impuestos al carbono.
  3. Tarifas al carbono están ganando el impulso político. Según un papel en 2018 por la economista mayor de investigaciones del Banco Mundial, Govinda R. Timilsina, “Aunque un impuesto al carbono se ha practicado por los últimos 28 años en algunos países…recientemente está ganando la atención internacional, particularmente después del Acuerdo de París en 2015. Los políticos que estaban reticentes de considerar un impuesto al carbono debido a la posible oposición de los consumidores o implicaciones perjudiciales en su base de electores, empezaron a aceptar el desafío de hablar de impuestos al carbono y eventualmente presentarlos. La gran reserva de conocimiento sobre varios temas de la tributación al carbono, y la comunicación efectiva con los legisladores sobre el hecho de que un impuesto al carbono es el instrumento de política más eficiente para mitigar el cambio climático, podían haber contribuido al gradualmente aumentada aceptación política de un impuesto al carbono… Al nivel internacional, más de 80 países de los 155 países que firmaron el Acuerdo de París están considerando el uso de un precio al carbono como una herramienta para cumplir con sus metas de mitigación del cambio climático”.
  4. Propuestas de Dividendos Energéticos (tarifas al carbono con dividendos) son políticamente sostenibles. Muchos economistas prominentes, liderados por el ex-economista principal del Banco Mundial, Nicholas Stern, discuten en la revista prestigiosa Nature Climate Change (2018) que “dividendos en pagos únicos” tienen más probabilidad de ser “más estables con el paso del tiempo [que la inversión verde o reducciones en impuestos] particularmente en países enfrentando asuntos de iniquidad económica, desconfianza política, y polarización…La idea de reciclar los ingresos de un precio al carbono depende fuertemente del contexto político… El reciclaje uniforme como pagos únicos es preferible en más circunstancias generalmente, como podría asegurar un amplio apoyo público”.
  5. Reembolsos en pagos únicos son más eficientes que subsidios verdes. Según un papel de 2018 por la economista mayor de investigaciones del Banco Mundial Govinda R. Timilsina, “usar los ingresos de un impuesto al carbono para subsidiar la tecnología limpia como electricidad solar o eólica, o para mejoras en eficiencia de las tecnologías que usan energía, no reduce los costos económicos de un impuesto al carbono. Al contrario, aumentaría los costos, porque reciclar los ingresos de una política distorsionadora (es decir, el impuesto al carbono) para financiar a otra política distorsionadora (es decir, el subsidio a tecnología límpia) agrava las distorsiones económicas”. Sin embargo, políticas gubernamentales bien diseñadas para superar los fallos existentes del mercado, por ejemplo la promoción de investigaciones en energía limpia o programas par reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de otras fuentes, pueden complementar las políticas de tarifas al carbono para mejorar las respuestas nacionales y globales a la perturbación climática.

*Fuente: Alexander Barron, et al., “POLICY INSIGHTS FROM THE EMF 32 STUDY ON U.S.
CARBON TAX SCENARIOS
,” Climate Change Economics, Vol. 9, No. 1 (2018)

Jonathan Marshall ha publicado artículos sobre impuestos al carbono en el New York Times, la revista Reason, HuffingtonPost.com, y el San Francisco Chronicle, donde era el editor de economía. Es un miembro del capítulo de CCL en Marin, California.

Antes de su jubilación, Robert Archer fungió como Asesor Mayor de Energía para la Agencia Estadounidense para el Desarollo Internacional (U.S. AID). Es un miembro de la junta directiva del capítulo de CCL en Marin, California, y de la Red de Política Económica (Economics Policy Network) de CCL.